Biografia
Nitocris
Nitocris es considerada la última faraón de la dinastía VI de Egipto, de c. 2193 a 2191 a. C.
Fue hija del faraón Pepi II, Nitocris era la más encantadora. Su hermosa piel de tinte claro era muy alabada, al igual que el tono de sus mejillas:” la bella de las mejillas de rosa” se la llamaba.
Pepi II había fallecido en el año 2194 a. C. A su muerte fue entronizado su hijo Merenra II, que se convirtió así en el sexto faraón de la dinastía VI de Egipto. El nuevo faraón se casó con su hermanastra Nitocris.
Suceder a su padre no era tarea fácil, tanto más puesto que las cosas no iban precisamente bien en el reino. El poder absoluto de los grandes faraones constructores de pirámides había sufrido serios ataques. Por un lado estaban los sacerdotes, que maniobraban para hacerse con la mayor parte del poder. Y luego había que tener en cuenta a los poderosos gobernadores de provincias. Entre todas esas personas que no buscaban más que su propio provecho y desdeñaban el de Egipto, el papel del joven soberano se adivinaba singularmente complicado, y su camino sembrado de mil emboscadas.
No pudo reinar durante mucho tiempo: al cabo de un año un complot llevaría a asesinar al faraón.
Nitocris comenzó entonces su reinado en solitario, tarea en la que se mostró muy capaz. Enviaba expediciones al lejano país de Pount en busca de oro, hacía buscar turquesas en el Sinaí, según el sacerdote e historiador egipcio Manetón, que vivió en el siglo III a. C.
Las fuentes difieren con respecto a cuánto tiempo duró su reinado. Manetón dice que doce años, mientras que Eratóstenes lo reduce a 6 y los anales ramésidas a dos años, un mes y un día. Durante todo ese tiempo en el corazón de la reina anidaba el rencor y el deseo de vengar la muerte de su esposo. Un día preparó una trampa para los culpables .Con el pretexto de celebrar la finalización de unas obras hechas en el Nilo, Nitocris ordenó construir en secreto en el sótano de su palacio una enorme sala que se conectaba con el río mediante un canal oculto. Cuando la obra estuvo terminada, ofreció una gran fiesta a la que en apariencia serían invitados los más fieles servidores del reino y del difunto rey. En realidad los convidados al banquete fueron todos aquellos que habían tomado parte en mayor o menor grado en el complot contra la vida de Merenra. Ninguno desconfió, puesto que había transcurrido ya algún tiempo y la reina no había dejado de mostrarles amabilidad. En el fondo, al ver el modo tan hábil de gobernar, todos debían de estaban convencidos de haberle rendido el mayor de los servicios al librarla de un esposo tan insignificante.


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